El objetivo de los artículos que aquí comienzan es facilitar la reflexión sobre ciertos aspectos del aprendizaje del español que, según mi experiencia, merecen ser tomados en cuenta. Esto no quiere decir que sea un experto, ni mucho menos. Tengo la suerte de tener unos alumnos estupendos, una dimensión de las clases reducida y de dedicarme a la enseñanza de adultos. Todo ello significa que no tengo que lidiar con muchos aspectos de la educación que me resultaban incómodos como la disciplina en el aula (con niños y adolescentes), las notas, los programas y la obligatoriedad del aprendizaje.
Si no tenemos presente que detrás del alumno hay una persona, poco vamos a conseguir.
El primer punto al que presto cada vez más atención es que crezca la relación con mis alumnos. Si no tenemos presente que detrás del alumno hay una persona, poco vamos a conseguir. Es una oportunidad que, como todas las relaciones, necesita tiempo y atención. Y requiere una base de confianza mutua, que se gana día a día y que se puede perder igualmente.
Más vale invertir tiempo en conocer los gustos personales de los alumnos, por ejemplo, que entrar en la explicación del tiempo verbal o hacer el ejercicio en cuestión.
Para conseguirlo, de poco ayuda el seguir los objetivos gramaticales previstos a alcanzar. Más vale invertir tiempo en conocer los gustos personales de los alumnos, por ejemplo, que entrar en la explicación del tiempo verbal o hacer el ejercicio en cuestión. Buena parte de las clases la dedican mis alumnos a hablar del fin de semana: el espectáculo que han visto, la obra de teatro, la exposición, el concierto, la película o el libro que están leyendo. Y si hablamos de deporte, las actividades de los niños serían innumerables (música, baile, hockey, natación, pintura, fútbol…)
O, por supuesto, hablar de restaurantes –que no faltan en Montreal- o de viajes. Es curioso pero siempre hay algún alumno que no puede asistir a clase por razón de un viaje profesional o de placer, sea la época del año que sea.
Y todo lo anterior incluye, claro, a la familia y amigos, otro de los temas a desarrollar. Nuestra lengua se favorece de un aspecto social de la cultura que tenemos que saber aprovechar: cumpleaños, celebraciones familiares, bodas, comuniones y fiestas, como Navidad, en las que cultivamos las relaciones sociales.
Si tenemos ocasión de preguntarles a nuestros alumnos por alguno de los temas mencionados, seguro que les faltará tiempo para contar. Y si la pregunta es honesta y sabemos escuchar, habremos dado un paso importante en nuestra relación.
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